Su carne es blanca, tierna, jugosa y especialmente sabrosa. Sus propiedades organolépticas la convierten en un plato ideal capaz de satisfacer los paladares más exigentes. Sin embargo, el chivo lechal no es un plato frecuente en los hogares y restaurantes malagueños, aún cuando se trata de un producto bastante apreciado.
Consciente de los valores y la aceptación que tiene en cualquier mesa, una joven empresa de la Axarquía, Chivo de Canillas, radicada en Canillas de Aceituno, se ha marcado como objetivo sacarle el máximo provecho al chivo lechal malagueño poniéndolo a disposición del consumidor cocinado a la manera tradicional y dispuesto para servir con sólo tres minutos de microondas.
Se trata de un producto de 5ª gama que se quiere introducir en las principales tiendas gourmet tanto nacionales como internacionales. «El objetivo es distribuir ya cocinado un plato que exige un proceso de elaboración complejo para que llegue al máximo de hogares posibles», dice el joven ingeniero de Telecomunicaciones, Master Bussiness Administrative ESESA y promotor de la iniciativa empresarial, Carlos Manuel Aguilera Rando. La empresa comenzará su andadura a partir de julio y tendrá una capacidad de producción de unos 200 chivos diarios.
Aguilera parte con la ventaja que le da la experiencia familiar al frente del Restaurante La Sociedad de Canillas de Aceituno, que desde los años 50 se especializó en la elaboración del chivo lechal en horno de leña. Fue precisamente esta experiencia la que hizo plantearse a este joven empresario de 28 años desarrollar un producto que pudiera distribuir ya cocinado y así poder llegar a mayor número de clientes, independientemente de su localización.
«Primero fueron mis abuelos y después, mis padres los que elaboran el chico al horno, Lo que me propongo es llevar este producto a todas las mesas ya cocinado, sin aditivos ni conservantes. Y además lo haremos vigilando y cuidando la máximo la materia prima», explica Aguilera, que está tan convencido de la calidad final de su producto que no le importa mostrar su elaboración en internet (chivodecanillas.com).
Chivo de Canillas utilizará para la elaboración del producto el cabrito lechal de raza cabra malagueña con aproximadamente un mes de vida, que sólo se hayan alimentado con leche de la madre, criado en granjas situadas en el Parque Natural de las Sierras Tejeda y Almijara, y con el sello de calidad de Chivo Lechal Malagueño.
Elaboración tradicional
«Su elaboración será cien por cien tradicional. Con aceite de oliva virgen extra, sal, pimienta, ajos y perejil. Utilizaremos leña de olivo y el asado durará entre tres horas y tres horas y media. Una vez elaborado se envasarán al vacío. Así conseguimos que conserve todas las cualidades y sabores, sin utilizar conservantes ni colorantes, dándole una durabilidad de 45 días en frío y tres meses en congelación. La idea es presentarlos en medios, suficiente para cuatro personas, y en cajas con un diseño muy cuidado. Estamos hablando de un producto exclusivo y autóctono de la provincia de Málaga», señala Carlos Manuel Aguilera.
Una vez envasado al vacío el producto estará listo para ser distribuido, de manera que al ser adquirido en las tiendas de productos gourmet en las que comercializará el consumidor sólo tendrá que vaciarlo de la bolsa y calentarlo durante tres minutos en microondas. «Lo que proporcionamos es un producto de una elaboración compleja y de calidad, que requiere de hornos tradicionales que actualmente son difíciles de encontrar, listo para consumir y que no exigen ningún esfuerzo», señala Aguilera.
Para salir al mercado, Chivo de Canillas cuenta con la colaboración de la Escuela de Negocios ESESA, que está realizando un estudio de mercado y valorando la puesta en marcha del negocio, tratando en una etapa inicial introducirse en el mercado nacional, y observando las posibilidades de mercados internacionales.
El producto se localizará en tiendas gourmet o tiendas de productos naturales en un formato de medio chivo, suficiente para cuatro personas. El precio está por determinar.
Actualmente, sólo un 10% de las 260.000 cabezas de ganado que se sacrifican anualmente en la provincia se venden en los pueblos malagueños. En cambio no ocurre lo mismo con el resto del territorio español y de manera especial la zona de Levante, Cataluña, Murcia, Aragón y el norte de España, donde va a parar el 90 % restante.